miércoles, 12 de agosto de 2009

7 de julio, San Fermín


Este extraño torero apareció después de los San Fermines.
¡Hala! ¡Con dios!

5 comentarios:

  1. Siendo argentinos y para ponernos a buen recaudo digamos, para empezar, que el verdadero Toro es el tinto, (con un chorrito de soda, recomendaría mi vieja). Ya después, y en honor a la verdad, el personaje de esta escena tiene, como no, la viva imagen del toro detrás suyo. El noble animal (noble es un decir), como se puede apreciar, le está acariciando la espalda al osado que se la ofrece, reconociendo el terreno donde ensartar su cornamenta. El torero, sin embargo, es quien hace la salvedad y dice que va a hacer lo que humanamente pueda después de reconocer, (sabiamente, todo hay que decirlo), que el toro le va a venir por atriqui. Vale que no lleva traje de luces, mayoritariamente usado para la oportunidad, pero advirtamos que no es capote el rojo género que sacude, sino muleta, un paño de menor tamaño pero que, significativamente, esconde el estoque de matar y anticipa la muerte del astado. Así es, Manu, al toro, por llevar astas, le dicen astado. Yo digo que le dicen así porque astado jodiéndonos cada vez ha podido (entiéndaseme la metáfora), que con estos bichos no se juega, que toda la vida nos han culiado ellos a nosotros (vuélvaseme a entender la metáfora).

    Pd: No se que gracia le pudo haber encontrado un corredor de San Fermín a recibir treinta y siete puntos en el esfínter anal. Ganas de joderse la espalda nomás.

    Pd2: Cualquier duda le podemos preguntar al Tatita, uno de los únicos (sino el único) afortunado del que puedo dar cuenta que se montó toda una muestra sobre el toro (si hasta un camello se ha montado el muy cabrón).

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  2. Olvidaba el detalle del tablón que se alcanza a divisar detrás del torero. En un principio pensé que se trataba de una alegoría de la cruz, a la que fielmente tratamos de permanecer crucificados según el estado civil (y mental) que portemos, pero después me di sobrada cuenta de que se trataba del sitio al que en la plaza de toros se le llama burladero, un especie de parapeto de madera en el que el matador se refugia cuando la vileza del embate del cornúpeto se hace harto evidente. Burladero, me encanta esa palabra.

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  3. yo que él, con ese belo eiyel cuidándole la zonita dorsal, no me preocuparía tanto.

    saludines, manu.

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  4. la muy detallada interpretación del Tomi me deja perplejo y me exime de mayores comentarios. Sólo algún pipurri: El tipo se afirma contra el tablón que observamos, que no va más allá de eso, un mero tablón que evitaría de ser, casi seguramente, corneado que el cadaver no fuera a parar muy lejos. y si el chovi viniera por la retaguardia le evitaría verter un doble juego de lágrimas. Pero queda dicho que la verdadera amenaza pasa por otro lado, como lo señala con su habitual sabiduría barrial nuestra proverbial Viruta. ¡Ha, el torero es argento y trapo rojo es un mantelito que se hizo en el telo donde está parando en Madrid.

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  5. Vayamos por partes
    Al torero le falta el bulto de las pilas del traje de luces
    Y lo que le viene de atriqui no es un toro. Es una locomotora.
    Y cuando le pase por encima, este torerito argentino se va enterar de lo que vale un peine.
    De lo que es realmente la FIESTA
    El mantelito que lleva como muleta, le va a servir para enjugarse las lágrimas, el sudor, y algún que otro brote de sangre por los arañazos,
    le va a servir.

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